La Blanquirroja

Copa América: ¿Cómo vimos el partido de Paolo Guerrero ante Bolivia?

Una tarde inspirada fue la que tuvo nuestro goleador histórico. Asistencia y festejo, ¿cómo describir en palabras lo que jugó el capitán? ¿Cómo hizo jugar a los demás?

Paolo Guerrero. Foto: Twitter
Paolo Guerrero. Foto: Twitter

Una tarde inspirada fue la que tuvo nuestro goleador histórico. Asistencia y festejo, ¿cómo describir en palabras lo que jugó el capitán? ¿Cómo hizo jugar a los demás?

Fé. No va con tilde. Aun así, Paolo Guerrero ha decidido escribirla sobre su rugiente garganta. ¿Un error ortográfico? Un error no tildar su nombre en una tarde en la que Bolivia le dio luz ‘verde’. Y aun cuando el ámbar le indique la proximidad de algún impedimento, José Paolo prefiere hacerle caso al rojo que lleva en el pecho, y avanzar para generar el caos en la vía que lo conduce a su camino favorito.

Cruce peatonal libre para un Cueva lleno de buen tránsito. La Selección Peruana volvió al peso central antes que a la desorganización lateral. Acomodados en su experiencia, Jefferson y Christian sostuvieron el riesgo en área rival. Carteles de “Pare” en las manos de Abram, Trauco y Advíncula. Zambrano también poseía dicha señalización, pero al parecer, “se le cayó de las manos”.

El dulce sabor de un sorpresivo penal empalagó a Bolivia. El gol alimentó a los altiplánicos, pero no los nutrió. Y es que el tanto de Marcelo Martins venía con la etiqueta de “Alto en azúcar”. Como diría el buen Tabarez, “mucho dulce malogra los dientes”.

Bolivia dejó de morder y se descompensó por consumir en exceso el producto de la confianza inmerecida. Perú, por su parte, ofreció un ‘chocolate’ que resultó amargo en la boca del oponente, y deleitable en el exigente paladar que los peruanos tenemos. Christian ya conoce nuestros gustos: sirvió nuestro alimento preferido, y nuestro ‘nueve’, de nuevo, lo degustó a placer.

La “Fé” de Paolo es tan grande que no necesita estar cerca de las redes para tentar con el milagro. “Guerrero, no soy digno de que entres en mi área”, decía Lampe. “Pero un centro tuyo bastará para sanarme”, respondía Farfán. "Amén", rezó finalmente el gol.

Aunque Jefferson sea “El 10 de la calle”, Flores actuó como el ‘pistero’ que crea talento en medio de humildes baldosas y polvaredas. En un centímetro cuadrado, Edison sacó ventaja kilométrica sobre un portero que llevará tatuada en su mente la imagen de un balón que, como Perú, lo sobrepasó sin que sus esfuerzos puedan salvarlo.

El también tatuado cuello de Paolo Guerrero no lleva, después de todo, una falta ortográfica. En Brasil, se le llama “Fé” a la esperanza de ver las cosas que no son como si fuesen. Y habrá que llegar, también ante Brasil, con la ciega convicción de que las buenas obras hablarán por nuestra cuenta.

Porque ahora, Perú va contra todos.

Porque la fe sin obras es muerta.

Y porque siempre será mejor, una “Fé” bien acentuada.